jueves, 26 de febrero de 2009

La Niña Rural en Apurímac

La Niña Rural, es aquella niña que vive en zonas rurales y que es menor de 18 años de edad. En Apurímac existen 50.047 niñas que cumplen con estas características, la mayor parte vive en las zonas rurales de Andahuaylas (18.569 niñas), seguidas por Cotabambas 8.421; Chincheros 8.203; Abancay 7.573; Aymaraes 3.354; Grau 3.266 y, Antabamba con 661 niñas.

Estas niñas provienen de hogares viven sumidos en la pobreza y pobreza extrema, lo cual tiene graves consecuencias en sus niveles nutricionales. La mayoría de estas niñas viven en “familias incompletas”, donde la falta del padre o la madre, ya sea por fallecimiento, emigración temporal o definitiva de alguno de ellos, limita las posibilidades de acceso de la niña a una institución educativa, debido a que deben desempeñar tareas propias de la casa o de la chacra, que antes eran asumidas por el adulto.

En promedio estas niñas estudian hasta el cuarto grado de primaria, presentan altas tasas deserción escolar, repitencia, desaprobación del grado, obteniendo los más altos índices de atraso estudiantil, comparados con los niños y niñas de las zonas urbanas; e incluso con los niños de la zona rural. La lejanía de las Instituciones Educativas Secundarias también es una las principales limitantes a que las niñas continúen con sus estudios, el temor de los padres en que le ocurra algo a sus hijas en el trayecto, hace que limiten los estudios de sus hijas.

Las niñas suelen incorporarse a las actividades productivas de la comunidad desde muy temprana edad, aunque después terminarán desempeñando trabajos domésticos, participando en menor grado del lado productivo. Entre las tareas que más desarrollan las niñas rurales tenemos: recogen leña, limpian, barren y ordenan la casa, traen agua, lavan los platos, lavan la ropa, hacen compras, recogen bosta, alimentan a los animales, cuidan a sus hermanos menores, los cambian, les dan de comer, juegan con ellos.

También ayudan en el campo, esto es: ayudan a la siembra, riegan, limpian los campos, cosechan, los juntan, los trasladan, ayudan a su venta, así como los almacenan para usarlos posteriormente. En la mayoría de los casos son las encargadas de pastar a los animales (ovejas, llamas o vacunos).

Cuando ya son mayores, muchas de estas niñas emigran de sus comunidades para realizar trabajos domésticos donde terminan estando a cargo del cuidado de niños menores de familias que les pagan por ello.

Diversas investigaciones en el campo de la educación demuestran que la inversión en la educación de la mujer, resulta ser una estrategia altamente eficaz para la lucha contra la pobreza. Garantizar que la totalidad de estas niñas concluyan sus estudios secundarios en una institución educativa donde la calidad este de por sí garantizada; y posteriormente, proveer un adecuado acceso para que estas puedan contar con una carrera técnica, como de una herramienta importante para la generación de ingresos, eliminando todo tipo de trabas, incluso la del costo de las mismas, serían dos herramientas valiosas para atacar de manera directa la pobreza en nuestra región.

Esto no significa en la mayoría de los casos una necesidad de mayor presupuestos, pero sí una adecuada gestión donde se focalice la atención de nuestras niñas que viven en zonas rurales. La ley de los gobiernos regionales en sus artículos: 8.4, 9.E, 10.1.A; les provee a los Gobiernos Regionales las competencias necesarias para actuar en este sentido.

Entre los beneficios que podría traernos el priorizar la atención de la niña rural en nuestra región, tenemos: en primer lugar un incremento notable en los rangos de comprensión de lectura y lógico matemático (en los cuales, estamos realmente bajos), una reducción de la tasa futura de desnutrición crónica, reducción en la reproducción de la pobreza, mayor capital humano generadora de riqueza para la región, reducción de los índices de violencia contra la mujer, gracias a que se promovería su independencia económica y un mayor conocimiento y ejercicio de sus derechos.

Sin duda, los beneficios son inmensos desde todo punto de vista.Ampliar las capacidades de las niñas rurales para que estas puedan aprovechar las oportunidades que se le presentan, y en base a ello, puedan decidir sobre su propia vida, optando por una vida libre de analfabetismo, de ignorancia y de discriminación, lo que es también conocido como enfoque del desarrollo humano; resulta ser una herramienta valiosa de lucha directa contra el circulo vicioso de una pobreza, cuya realidad nos golpea día a día.

Abancay, Enero del 2009.

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